“Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos”. Hebreos 4:16

Esta pandemia ha provocado el fallecimiento de muchas personas, padres esposos, esposas, hijos, y miembros de las iglesias. Estos son sucesos traumáticos para las familias, con el agravante de la crisis actual que impide realizar los rituales que honran a los deudos, aumentando el dolor y la frustración en los familiares.

Con la muerte o la pérdida empieza un proceso de duelo, y las honras fúnebres son parte de la despedida, no poder hacerlo aumenta el dolor, que se puede transformar en enojo, aún en contra de Dios.

En este proceso, los primeros días posteriores a la muerte y el sepelio, las personas están en un grado de tristeza abrumadora, de llanto y dolor por la pérdida. Están procesando la separación del ser querido, la imagen del fallecido no deja de estar presente en la rutina diaria, piensa que lo escucha, y aún cre sentirlo. Luego, a medida que pasan los días la soledad y tristeza van creciendo. Todo esto es parte normal del proceso de duelo, el cual puede durar aproximadamente un año, donde cada día el dolor va disminuyendo, para dar paso a una nueva forma de vivir sin el familiar fallecido. Cuando este proceso no se da, y el dolor y sufrimiento no disminuyen con el tiempo, entonces es necesario buscar ayuda.

En este tiempo en el que no es posible cumplir con las honras fúnebres sugiero lo siguiente:

  1. Entender que, aunque no pueda realizar las honras fúnebres como antes, sus sentimientos de amor por el fallecido son los mismos.
  2. Tener en cuenta que, puede honrarlos por medio de las redes sociales, escribiendo algunos sentimientos, ideas, anécdotas y situaciones que recuerda del fallecido. Hágalo con pequeños textos, y resalte los momentos de alegría que pasó con la persona fallecida. Los recuerdos nunca mueren. Esto es una forma de honrarle, y así podrá iniciar con el proceso normal de duelo.
  3. Aunque el dolor y la tristeza esté presente, es importante tomar la decisión de despedirse del fallecido, es como pasar su recuerdo del lado del corazón que le duele, al otro lado, en el que le recordará con amor y gratitud, pero sin dolor. Despedirse es entender que la vida sigue.
  4. Es necesario que, aunque esté sufriendo, empiece a ocuparse de las tareas rutinarias del hogar, del trabajo, de los hijos, etc. Debe hacerlo consciente e intencionalmente, esto le ayudará en su recuperación y le hará sentirse mejor.
  5. Empiece ha realizar pequeños cambios en su forma de vivir y actuar, esto le ayudará a salir de la tristeza. Dios le sostendrá y será su consuelo y paz en estos tiempos de dolor.

Que Dios le ayude en todo lo que emprenda hoy.

Equipo de Respuesta Covid-19, Iglesia del Nazareno Mesoamérica