Escrito por: Reverenda Sirlene Bustos, Superintendente del distrito Central de Costa Rica

¿Quién nos quitará la piedra? … que era muy grande.  Marcos 16:3

Bíblicamente el día de Resurrección representa el clímax del mensaje cristiano, es día de victoria y celebración. Probablemente esta es la versión de Pedro, un relato de la respuesta humana ante la resurrección, es evidente que hay poco de lo sobrenatural, no cuenta del terremoto, ni de los soldados asustados y Jesús no sale al encuentro de las mujeres, sin embargo, podemos obtener una hermosa enseñanza.

Las mujeres lo habían atendido cuando estaba en Galilea y lo siguieron hasta Jerusalén, a diferencia de otros discípulos, estuvieron presentes al pie de la cruz cuando Jesús murió, la cultura requería especies para ungir el cuerpo. Temprano el primer día compraron especies, con dolor en el corazón se fueron para cumplir un último ministerio. Los comentaristas nos dicen que la piedra usada normalmente tenía 2 metros de anchura y 1 metro de altura, además había otras medidas de seguridad en la tumba de Jesús. Desde el punto de vista humano, la pregunta es muy apropiada, ¿Quién nos quitará la piedra?, cuando hacen la pregunta todavía están lejos, no se había levantado el sol, no podían ver con claridad. Realmente son muchos los obstáculos cuando vemos desde larga distancia y nos parecen imposibles, e inmovibles.

El versículo 4 dice “pero cuando miraron…”, el problema estaba resuelto, sin que nadie hiciera nada, cuando Cristo es Resucitado en nuestra vida todo cambia. Buscaban un cadáver, pero el joven de vestiduras blancas les dijo ha resucitado, no está aquí”, se asustaron, pero frente a la tumba vacía el mensaje es “No se asusten”.  Llegaron a la tumba a cumplir una tarea con profunda tristeza provocada por la muerte, pero salieron con una comisión nueva que traería vida, esperanza y confianza a muchos. Regresan a los suyos contando la maravillosa noticia de Jesús Resucitado. “Pero id…”  no solo a los que están llorando por mi muerte, vayan donde Pedro, que representa a todos aquellos que le hemos traicionado y negado. Llevan una promesa hermosa “Él va delante de ustedes”. No podemos callar el mensaje de buenas nuevas, por temor, o por nuestras imposibilidades, acerquémonos y veamos, la tumba está vacía, ¡Jesús está VIVO!