Mary Silverio y su familia nuclear, contrajeron el virus del COVID-19. Mary nos cuenta cómo vivieron este proceso donde su fe, y el amor de la iglesia fueron fundamentales.

«Mi nombre es Mary Silverio, el de mi esposo es Rolfy Vilorio, y nuestros hijos son Indiana y Joel.  Mi esposo y yo crecimos con la doctrina de la Iglesia del Nazareno.  Quiero compartir nuestro testimonio como familia, ante la pandemia del COVID-19 que nos está afectando actualmente.

Desde que escuché sobre este virus, creí como muchos dominicanos, que aquí en nuestro país no nos afectaría porque es un país muy cálido. Desde que se habló de los primeros casos, nos cuidamos más. Mi esposo es doctor y tenía que tener contacto directo con los infectados. Tomamos todas las medidas de precaución, sin embargo, nos infectamos.

Recuerdo que, a mi esposo, por protocolo, le realizaron una prueba rápida en el centro médico donde labora, y porque además dos doctoras habían dado positivo al virus, pero la prueba arrojó un resultado negativo. Eso fue un jueves de mayo. Justo 3 días después, un domingo, mi esposo me comunica que se siente muy mal. Estaba trabajando un turno de 24 horas. En la noche mi suegra tuvo que ir a buscarlo y medicarlo. Gracias a Dios y a las atenciones rápidas en ese momento él pudo mejorar. A la verdad que en ese momento me sentí muy mal porque sospechaba que él podía estar infectado, y si él lo estaba, era casi seguro que todos lo estuviéramos.  Para estar más seguros, solicitamos la prueba PCR (Prueba de proteína C reactiva) para detectar la presencia del virus.

Dos días después revisé los resultados y vi que salió «detectado». En ese momento me derrumbé, inicié a temblar y a llorar. Le di la noticia a mi esposo y él me calmó, me dijo que saldríamos bien. Luego me iniciaron los síntomas y de igual forma me realicé la prueba y a los niños también. Como sospechaba, todos salimos positivos al virus.

Los primeros días fueron muy difíciles. El protocolo es bastante estricto. Lo más difícil es mantener la casa bien limpia y desinfectada porque los dolores en el cuerpo son terribles.

Gracias a Dios que ninguno de nosotros se complicó y nos tratamos todos en casa. Creo que lo mejor de todo fue que los niños fueron prácticamente asintomáticos.

En esos días recibimos llamadas y mensajes que nunca imaginábamos recibir y el apoyo de todas las personas que nos rodean. Esa parte también fue importante y estamos eternamente agradecidos con Dios porque nos ha rodeado de verdaderos amigos y nuestros familiares cercanos siempre estaban dispuestos a ayudarnos.

Nos medicamos según las indicaciones de los especialistas y dos semanas más tarde nos realizamos la segunda prueba para ver si ya habíamos vencido al virus, pero no fue así. Mi esposo y yo aún teníamos el virus, pero el resultado de los niños fue «no detectado». Un motivo para agradecer a Dios. Aunque nosotros aún lo teníamos, los niños ya no. No voy a negar que me sentí un poco mal en ese momento, pero Dios me ayudó y siempre recibía mensajes de aliento.

Durante todo ese tiempo nunca salimos de casa. Nos traían los alimentos, los dejaban cerca y luego los buscábamos para no tener ningún contacto y evitar contagiar a alguien más.

Las cosas se fueron complicando en el país, los casos fueron aumentando y tomar la prueba era bastante difícil. Logramos tomar una cita luego de varios días intentándolo y gracias a Dios con la tercera prueba confirmamos que ya estábamos libres del COVID-19, luego de haber pasado aproximadamente 7 semanas desde la primera prueba ¡Gloria al Señor por eso, Dios ha sido muy bueno!

Durante este tiempo encerrada he reflexionado bastante, he aprendido muchas cosas y Dios me ha ayudado. Sentí frustración y desesperación, pero aún en medio de todo, he sentido el respaldo de mi familia, hermanos de la iglesia y amigos que siempre se mantuvieron ahí dispuesto a ayudarnos.

El COVID-19 es real y puede infectar a cualquiera. Seamos prudente por favor, cuidémonos y cuidemos de los nuestros. Acatemos las órdenes de nuestras autoridades terrenales y no salgamos de casa sino es necesario. Es responsabilidad de nosotros cuidarnos y cuidar de los nuestros para que, con la ayuda de Dios, podamos salir pronto de esta pandemia conforme a su voluntad».

Mary Silverio es miembro de la Iglesia del Nazareno Alcarrizos, donde es presidenta de la JNI, Además es contadora de la oficina de ministerios del país.