Queremos agradecerle por el increíble ministerio que está realizando: por haber hecho una rápida transición a los servicios en línea, por encontrar nuevas formas de llegar a sus comunidades y por el impacto que está teniendo en tantas vidas.

Muchos de nosotros disfrutamos de diferentes deportes: fútbol, baloncesto, béisbol, golf, hockey, fútbol americano e incluso cricket. Cuando estamos en casa, podemos disfrutar viendo deportes. ¿Alguna vez ha grabado algún juego para poder verlo más adelante, saltarse los comerciales, las repeticiones múltiples y los tiempos de espera? Incluso podemos verificar los pormenores del juego en nuestro teléfono, para ver quién ganó el juego y cuál fue el puntaje final, para determinar si queremos seguir viendo la grabación. La diferencia es marcada cuando uno ya conoce el puntaje final.

Para nosotros es prácticamente imposible (ya conociendo el resultado final de la vida de Jesús) sentir la desesperación total que se apoderó de los discípulos después del último aliento de Jesús en la cruz. Lo habían escuchado enseñar, «como ningún otro hombre había enseñado». Lo habían visto tocar y sanar a personas enfermas. Habían presenciado su amor por los perdidos y los marginados. Estuvieron presentes durante la entrada triunfal y habían escuchado los Hosannas.

De repente algo sucedió. ¡En menos de una semana, todo su mundo se derrumbó! Realmente no se les había ocurrido que todo terminaría con Jesús en una cruz.

¿Qué hace cuando todos tus sueños se han hecho añicos?

¿A dónde recurre cuando su fundamento de la esperanza ha sido negado?

¿Se imagina cómo deben haberse sentido esos discípulos: el miedo, la confusión y lo desconocido? Ellos no sabían el marcador final. En cualquier momento, anticipaban el sonido de las botas de los soldados, la pausa en la puerta, el golpe contundente y la palabra del soldado: «¡Eres el próximo!»

El miedo que experimentaron después de la crucifixión no es diferente del miedo y las preguntas que muchos están experimentando debido al coronavirus.

¿Cuándo terminará todo esto?

¿Y qué de mi salud o la de mi familia?

¿Y qué de mi trabajo y mis ingresos?

¿Y qué de mi iglesia?

Pero usted ya lo sabe, los soldados no llegaron. Los seguidores de Cristo no fueron perseguidos y arrastrados para ser crucificados. En lugar de soldados, llegaron informes increíbles de mujeres que habían visto al Señor Jesús resucitado y vivo. ¡Lo que cambió a los seguidores de Jesús, lo que los liberó de su derrota y desesperación, y lo que puede transformarnos hoy es la realidad de la resurrección de Jesús de entre los muertos! En estos días, necesitamos escuchar nuevamente las palabras del ángel, como se registra en el Evangelio de Marcos 16:6:

«No se asusten» les dijo. “Ustedes buscan a Jesús el nazareno, el que fue crucificado. ¡Ha resucitado!No está aquí. Miren el lugar donde lo pusieron.»

La resurrección no cambió las circunstancias de los discípulos, pero sí los cambió de una manera drástica. No se trataba solo de saber que estaba vivo, que había derrotado al pecado y la muerte; fue su presencia lo que los cambió. ¡Él es el mismo Cristo resucitado que está con nosotros y que puede cambiarnos!

No sabemos cuándo terminará nuestra situación actual, cuándo se levantarán las órdenes de “quedarse en casa” o cuándo podremos reunirnos en nuestros edificios para adorar, pero sí sabemos que Jesús está vivo y que Jesús está presente con nosotros a través de todo!

Cobre ánimo hoy y vuelva a escuchar las palabras del ángel.

«No se alarmen,

No tengan miedo,

¡Él ha resucitado!»

by: Junta de Superintendentes Generales