Escrito por: Reverendo Marco Velasco, vicerrector académico del SENDAS

¡No hay resurrección sin cruz! Los cuatro Evangelios incluyen los relatos de la crucifixión de Jesús. Se trata del núcleo mismo del evangelio. Muerte y resurrección son las dos caras de la misma moneda.

Me sorprendo muy a menudo que mis pensamientos y sermones expresan erróneamente que lo que realmente importa del mensaje cristiano es la resurrección de Jesús más que su muerte en la cruz. La fe y vida cristiana más bien están compuestas y se alimentan de ambas verdades que pertenecen por igual al evangelio. De hecho, crucifixión y resurrección son una sola verdad que debe ser proclamada y vivida.

El Apóstol Pablo en sus cartas nos muestra y demuestra la centralidad de la cruz de Jesús tanto en su mensaje como en las demandas éticas cristianas. Ante la amenaza judaizante en Gálatas afirmó: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí.” (Gálatas: 2:20a). En medio de los conflictos de los Corintios y los ataques a su llamado como apóstol, Pablo expresa: “Pues resolví no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a este crucificado.” (1ª Corintios 2:2). Y tuvo un efecto en su forma de proceder en la predicación: “Y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y poder.” (2:4).  En la carta a los Colosenses también les dice: “Y a vosotros, estando muertos en pecados…, os dio vida juntamente con él…, cancelando el documento de deuda en contra nuestra…quitándolo de en medio y clavándolo en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente triunfando sobre ellos en la cruz.” (Colosenses 2:13-15).

La cruz es el lugar de victoria del cristiano por excelencia en medio de la debilidad y los ataques de Satán, “Por tanto, de muy buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que habite en mí el poder de Cristo” (2ª Corintios 12:9b). Lo que Jesús hizo en la cruz derrotó el poder del pecado que nos esclavizaba. El viernes de dolor, de sufrimiento, de crucifixión y muerte de Cristo es el inicio de la celebración cristiana por la victoria de Cristo sobre el mal.

¡Ahora! Hermanos, celebremos, vivamos y compartamos este mensaje de victoria sobre el pecado en el mundo, “…porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree…” (Romanos 1:16b).