“Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. Se las repetirás a tus hijos, y les hablarás de ellas estando en tu casa y andando por el camino, al acostarte y cuando te levantes”. Deuteronomio 6:6-7 RVR

En los últimos meses he conocido niños, adolescentes y jóvenes, hijos de padres que han sido cristianos por muchos años, que manifiestan abiertamente no creer en Dios, para ellos Dios no existe y es solo un mito, piensan que la Biblia es solo un libro más.

Esto pasa cuando los padres no desarrollan, enseñan y viven una vida cristiana profunda, entonces los hijos son atrapados por corrientes ideológicas secularistas de este tiempo. Pero también se da por las siguientes razones:

  1. Padres con creencias diferentes o poco firmes a sus valores cristianos.
  2. Padres con un cristianismo indiferente y superficial, que no buscan la intimidad con Dios, llevan una vida cristiana “liviana”, no tienen una relación personal y profunda con el Señor.
  3. Padres con poco tiempo para su familia y la iglesia. Están llenos de trabajo, estudios y otras distracciones que los desenfocan, entonces ponen poca atención en sus hijos y su vida espiritual.
  4. Padres “cristianos”, que viven quejándose por todo, culpan a Dios por todo lo malo que les ocurre. Pierden la paz y alegría de la vida, y viven amargados. Esto hace que los hijos no encuentre coherencia entre lo que dice la Biblia y en la manera en la que viven sus padres. No ven que haya gratitud a Dios por lo que tienen, por lo cual no lo valoran.

Todo esto hacen que los hijos vean que Dios no es el centro de la vida de sus padres, ni de su hogar, ven el cristianismo solo como una costumbre aprendida, pero sin profundidad espiritual porque no pueden unirlo a una vivencia espiritual.

Por eso es necesario que los padres:

  1. Hablen a sus hijos acerca de Dios, de lo que Él representan para ellos como papás.
  2. Los padres debe ser un modelo para los hijos, por lo tanto debe buscar a Dios, orar, leer la Biblia de manera personal como junto a sus hijos, orar por ellos, participar de los programas de su comunidad de fe y buscar siempre tener una relación íntima con el Señor.

Todo esto produce una enseñanza, silenciosa, pero efectiva en la vida de los hijos, tal como lo especifica el texto citado. Cuida que tus hijos conozcan al Dios real en quien usted cree, siembre una semilla de fe para toda su vida.

Dios te ayude en todo lo que emprendas hoy.

Dr. Miguel e Irene Garita.

Ministerio Cuidado Familiar, Región Mesoamérica